Inauguración
Sábado 3 de Febrero
7:00 AM – 6 PM / Museo Maja Jericó
Gabriel Mesa
Érase una vez…, es la manera como comienzan las historias que recordamos nos contaron o leyeron. Todo cuanto existe sobre la tierra está en constante movimiento; nada y todo es para siempre, eso solo depende de nosotros.
La vida, en un eterno retorno, se apaga para volver. Las aguas corren río abajo hasta llegar al mar; luego, esas mismas aguas, suben como nubes, se mueven en el cielo, en una danza que deja ver figuras, se reúnen con otras, provocan tormentas, caen bruscas, unas veces como bolas de hielo que pueden hacernos daño; otras tantas, levemente, bajan cargadas por el viento para mojarnos el rostro y recordarnos que somo seres de agua, seres vivos que esperamos cambiar, morir para luego vivir de nuevo de otra forma.
Gabriel Mesa Nicholls, el autor de estas obras, se reconoce en el cambio, sabe de sus bondades y juega con él. Como lo hacen algunos animales que mudan de piel, los seres que aman el arte, que hacen arte con sus manos, son mutables por naturaleza, conocen sus límites y trabajan desde la frustración que los lleva a crear y concretar los sueños en forma de pinturas, dibujos, o formas plásticas que los demás vemos y nos antoja la vida de otras formas, de otros mundos. Algunas veces los sueños son pesadillas, y hemos sido testigos que el tiempo los va tornando en realidad.
Con formación profesional en medicina, que lo ha llevado a ser una autoridad en el campo de la salud en Colombia, Gabriel cambia el estetoscopio por los pinceles con una agilidad pasmosa, no hay dia que no pinte, dibuje o juegue con los materiales, buscando traducir sus visiones. Como médico y gestor del ámbito de la salud tiene la ventaja del ojo y el sentir del arte que ha cultivado desde niño. Y desde el arte sabe que la sociedad está enferma, el mundo se esta llenando de escombros y escoria, y con sus pinturas nos hace una invitacion franca y directa a cambiar, pues queda claro que si no hacemos algo ya mismo, estamos en peligro de perderlo todo, y de un solo golpe hacer desaparecer para siempre la vida.
Esta exposición de pinturas y objetos tiene un nombre que juega con las palabras para recrear la idea de que somos uno con la naturaleza, que no somos sus dueños, y que nunca supimos leer las escrituras cuando, en el libro del Génesis Dios dijo: “Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los animales que se mueven sobre la tierra.”
Nuestra tierra ajena más que un título, para una exposición de arte, es una declaración de sentido de un hombre, artistas y médico, que se cuestiona todos los días su relación con los otros, donde los colores de sus obras hacen ver el drama de una tierra que se calienta paulatinamente, que se intoxica con el vertimiento de químicos, que es auscultada con aparatos que la lastiman; una tierra que se rehusa a ser violentada una vez más, una tierra que es nuestra casa, nuestro hogar, un lugar donde los otros son otros realmente: los animales y las especies que, lamentablemente, dependen hoy de nosotros, tienen su destino en nuestras manos tanto como el nuestro. Pues si desaparecen las abejas, que se suelen ir sin despedirse, seria la ultima vez que podríamos decir: Érase una vez…
Oscar Roldán-Alzate.
Curador.